miércoles, 17 de septiembre de 2008

LA ECUANIMIDAD

Cuando a Buda le insultaban, jamás perdía su semisonrisa y decía: "Los demás me insultan, pero yo no recibo el insulto".

"La persona ecuánime sabe ver con templanza el curso de los acontecimientos y, ampliando su visión, ve los diferentes lados o ángulos de los mismos... Se mantiene en su centro, logrando el punto de quietud en la inquietud... Cuando viene el disfrute, goza, sin aferrarse; cuando viene el inevitable sufrimiento, sufre, sin agregar sufrimiento extra nacido de la aversión, la frustración y el odio".

Érase un rey con un ánimo muy fluctuante.
Cuando las cosechas eran buenas, se volvía completamente eufórico, pero cuando no lo eran tanto, se sentía insuperablemente abatido. Tan cambiantes eran sus humores que se comprometió a hacer extraordinariamente rico a aquel artesano que le obsequiase con un objeto que le inspirase para estabilizar su ánimo. Recibió innumerables regalos, pero ninguno le inspiraba en el sentido que él quería. Finalmente llegó un artesano de otro reino y, presentándose ante el monarca, puso en sus manos un medallón de bronce.
-¿Queréis burlaros de mí?- preguntó indignado el monarca-. Si es así, os haré ahorcar. He recibido bellísimos obsequios y este medallón no vale nada.
-No os precipitéis en vuestro juicio, señor- dijo el artesano.- Os ruego que deis la vuelta al medallón y leáis la inscripción que hay en su reverso.
Así lo hizo el rey y pudo leer: "Todo pasa; incluso los estados de ánimo de su majestad".
Desde aquel entonces el monarca no dejó de inspirarse en esa instrucción y pudo así conseguir mantenerse imperturbado ante las circunstancias externas e incluso ante sus estados de ánimo.

(Extraído del libro "LA CLARIDAD INTERIOR", de Ramiro Calle).

Un Abrazo.

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