martes, 27 de enero de 2009

LOS SAMURAIS


Los Samuráis eran educadísimos, exquisitos, de buena familia, adinerados, honorables y leales, estudiosos y sabios; eran monjes y guerreros, silenciosos y discretos, y siempre recibían a todos con una sonrisa.

Aprendían de todos; admiraban y respetaban al enemigo, paseaban por los pueblos investigando los problemas de sus habitantes, se mezclaban con ellos y ayudaban a lo que fuera; guerreros humildes, por eso eran tan estimados y los llamaban Señores de la Guerra pero también Señores de la Tierra... les llamaban Señores; tenían un gran respeto por la belleza, la armonía y las mujeres, y por la vida... todo aspecto de vida.

Eran guerreros pero nunca mataban a un animal o insecto, adoraban la música, les elevaba...
el orden, la limpieza y la organización, y jamás llevaban a sus tropas a una lucha sin sentido.

Los samurais se arrodillaban ante sus enemigos como señal de respeto antes de comenzar una batalla, todo el ejército, reverenciando, de esa forma, el arte de la guerra... aunque a la hora de matar o morir no titubearan.

Creo que son cualidades que toda buena persona debe tener y cultivar, al margen de ser samurái o no... eso es una parte ínfima de los valores de un samurai.

Vicente Calatayud

Un Abrazo

viernes, 3 de octubre de 2008

OPTIMISMO INTELIGENTE

"Si hago una buena obra, me siento bien; y si obro mal, me siento mal. Ésta es mi religión", decía Abraham Lincoln. Para conservar y potenciar nuestra paz interior y nuestro equilibrio necesitamos no engañarnos, no decir una cosa y hacer otra; pero si esto ocurre, admitir que obramos erróneamente y sentirnos mal.

El primer pensamiento es claro: una persona es la suma de todas las buenas acciones llevadas a cabo a lo largo de su vida. ¿Qué pasa con el mal que ha hecho? Lo que importa es reconocer que lo ha hecho, sentirse mal por ello, es decir, arrepentirse y, finalmente, dos cosas: una, remediar los daños causados con la mala acción para restablecer el bien donde se causó mal; otra cosa muy importante es incrementar las buenas acciones en la medidad de nuestras posibilidades.

Como bien decía Marie Curie, la mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones.


El segundo pensamiento que debe ocupar hoy tu mente es traer a la memoria todas las cosas buenas que hayas hecho hasta ahora de forma consciente. Ese inventario debe también incluir de cuanto bueno y positivo te ha ocurrido a lo largo de tu vida hasta hoy.

¿Sabes cual es el fin de todos ellos? Que te convenzas por ti mismo de que tienes sobradas razones para el optimismo, y aunque hayas pasado por muchas situaciones críticas y la vida te haya traído no pocos sinsabores, si sumas todo lo bueno que te ha sucedido, con tus buenas acciones, sin duda esbozarás una sonrisa y reconocerás que ha merecido la pena vivir hasta hoy. Por muchas que hayan sido las sombras, las luces de tu vida se han impuesto sobre ellas, las han disipado.

Extracto del libro "APRENDIZ DE SABIO", de Bernabé Tierno.

miércoles, 1 de octubre de 2008

JIDDU KRISHNAMURTI



Me gusta mucho leer a Krishnamurti, me parece un tipo interesante. Os dejo un "recorte" de un libro que se llama "LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA".

"Me parece que antes de emprender un viaje para hallar la realidad, para encontrar a Dios, antes de que podamos actuar... es esencial que empecemos por comprendernos a nosotros mismos en primer término...

Ahora bien, sin conoceros a vosotros mismos, sin conocer vuestra propia manera de pensar, y por qué pensáis ciertas cosas; sin conocer el pasado de vuestro condicionamiento, ni por qué tenéis ciertas creencias en materia de arte y de religión, acerca de vuestro país y de vuestros vecinos, y acerca de vosotros mismos, ¿cómo podéis pensar verdaderamente sobre cosa alguna? Si no conocéis vuestro pasado, si no conocéis la esencia ni el origen de vuestro pensamiento, vuestra búsqueda será, con toda seguridad, completamente inútil, y vuestra acción carecerá de sentido".

lunes, 29 de septiembre de 2008

Y DESPERTAR…


Yo envidio al viajero errante y al emigrante que vuelve al hogar;
Envidio la suave luz primeriza que nos despierta,
el silencio, el azar;
Y odio la sangre fría, la estulticia, la virtuosidad
del enmascarado y falaz, del empobrecido y facineroso;
Y amo, del generoso, su prodigalidad.

Yo envidio al valiente que defiende derechos y libertades,
que no conoce la vanidad; y al ilustre y al amable y al pretencioso
incapaz, que entre hojas secas, encuentra flamear banderas e ideas,
improntas;
y el mar que no cesa,
y te ofrece promesas imposibles y crece la busca y captura,
y mece, en la cuna, su incapacidad.

Y odio perder el tiempo, la soledad, el conformismo
social, y la amargura y la maldad descarada
que enfrenta pasiones, y absorto contemplo,
ajeno, la crueldad, el inútil dinero que da la felicidad
falsa y escurridiza; enfermiza sociedad.

No espero encontrar respuestas ni ofrecer soluciones,
ni las deseo siquiera;
Mi alma envidia el misterio y los enigmas,
y los dilemas, y las plegarias humildes; y odia el rencor,
y los estigmas indelebles de dolores y obsesiones.

Yo envidio la libertad de los pájaros y los sueños de los demás;
Yo nunca he soñado;
y amo la vida… y a ti… y por qué no al desgraciado
y al escuálido dueño de templos malditos, de cartón y sucias mantas,
de botellas vacías y huecas esperanzas.

Yo odio las etiquetas, los fuegos artificiales, el papel del water
que se deshace, los yates lujosos y la lujuria promiscua, y la xenofobia
entre hermanos, y el dominical canto sagrado del cínico depravado
que exculpa pecados sin perdón.

Solo espero respeto y alguna caricia sincera, y un beso
en la noche, y ningún reproche; y ser honesto y gozar de los días;
Escapar de la ducha fría en invierno y tejer una colcha de lana
en verano, y taparme los ojos o quedarme ciego perpetuo
para no percibir los rumores funestos, las desdichas y el fuego
que ha de abrasar nuestra ira y los sueños.
Y despertar…

CONTINÚA…

Hay mil hombres sin bandera,
sin escudo, sin frontera
que separe su mundo;
Sin pasiones, sin lazos,
sin nudos en sus piernas.
Hay mil hombres sin memoria,
maniquíes en la pasarela
oscura, sin linterna;
Limpios, sucios,
encadenados a levíticos rumbos.
Han vivido la iniquidad,
y la guerra, y el sacrificio,
y la incisión y la amargura,
y el holocausto maldito
que perdura, perdura…
Y fiscalizamos sus actos,
y les negamos sus derechos humanos,
y compartimos,
falsamente,
su desgracia; espoleamos
sus principios y sus espinas
arrancamos,
y no crecen las espigas,
ni las flores; ni las niñas
sonríen, sin padres.
Y el pragmatismo nos conduce
a olvidarnos de esos mil hombres extraños,
y de sus mujeres y sus hijos;
Y la indiferencia nos complace
y nos hace inmunes a sus sueños,
tan dispares, tan ajenos,
tan distintos, tan parejos.
Y rezamos a nuestros dioses
alabanzas y plegarias,
mas no sacrificios
nos imponen.
¡Qué más da! Están tan lejos,
y tan cerca, y tan juntos;
tan viejos, son sueños
que no nos importan,
no son los nuestros;
¡Qué se jodan!


Y ellos se joden.
Y nosotros paseamos
frente a escaparates de lujuria,
y la vida continúa,
(la nuestra y la de ellos),
continúa, continúa…

EN MIS SUEÑOS



¿Quieres perderte en mis sueños?
Verás un equilibrista de ideas profanas;
Un cascarrabias buscando las pegásides de la inspiración,
Entre olíbano ceremonial, en su propia oligarquía.
Un sin hogar levando anclas despiadadas,
Sin barco, en propiedad, ¡maldita sea mi estampa!

¿Quieres meterte en mis sueños?
Verás borrascas perpetuas y un anticiclón en el alma;
Temporales giratorios,
Entre gritos liberatorios.
Anamnesis, en busca de solución,
En el estado, onírico y funesto, ¡no la vas a encontrar!

¿Quieres perderte en mis sueños?
Verás un gregario olvidado, y enfado;
Un límite tradicional, y engaño,
Entre traiciones ajenas y propias;
Axiomas de contundencia reveladora,
Sin respuestas, ¡aún no ha llegado la hora!

¿Quieres meterte en mis sueños?
Verás que no soy tan raro; efímero esperpento,
Un humano intumescente;
Entre legítimas y adversas pasiones;
Un frenético y liviano adolescente
Que ha crecido ¡tan indiferente!

¿Quieres perderte en mis sueños?
Verás liturgias y vigilias,
Un impulsivo sin freno de mano;
Entre cuerdas, atado y desatado;
Un normal caballero, sin tierra, sin pena
En el alma ¡liberada vidriera!

¿Quieres meterte en mis sueños?
Verás perderse en mareas,
Un incrédulo disciplinado;
Entre ridículos círculos imaginarios;
Un sueldo, mal pagado, por primario,
Una vida malgastada ¡qué pecado!

¿De verdad quieres formar parte de mis sueños?
Hazlo. Te espero ufano.
Te creo capaz de ello; y te quiero mía,
todo lo que puedas serlo,
Amor tardío. Amor sincero. Amor entregado. Amor ligero.
Te espero En mis sueños.

CREO EN DIOS

Cuando veo el cielo
Creo en Dios;
Cuando veo un niño,
Creo en Dios;
Cuando estoy cansado de creer,
Creo en Dios,
porque así me parieron.

Cuando una estrella brilla,
Creo en Dios;
Cuando el sol se acuesta
Y renace la luna llena,
Creo en Dios,
Porque así me parieron.

Porque así me parieron,
Creo en Dios;
Porque así yo lo quiero;
Creo en Dios.
Y no creo por despecho,
Ni por simple albedrío,
Ni por azar del destino.

Creo que creo porque amo la vida;
Creo que creo porque amo la esperanza;
Creo que creo porque así lo creo,
Y así me parieron
Los que me parieron.

Y no creo por despecho,
Ni por simple albedrío,
Ni por azar del destino.

Creo en Dios,
Y no me avergüenzo
De ello.