viernes, 3 de octubre de 2008

OPTIMISMO INTELIGENTE

"Si hago una buena obra, me siento bien; y si obro mal, me siento mal. Ésta es mi religión", decía Abraham Lincoln. Para conservar y potenciar nuestra paz interior y nuestro equilibrio necesitamos no engañarnos, no decir una cosa y hacer otra; pero si esto ocurre, admitir que obramos erróneamente y sentirnos mal.

El primer pensamiento es claro: una persona es la suma de todas las buenas acciones llevadas a cabo a lo largo de su vida. ¿Qué pasa con el mal que ha hecho? Lo que importa es reconocer que lo ha hecho, sentirse mal por ello, es decir, arrepentirse y, finalmente, dos cosas: una, remediar los daños causados con la mala acción para restablecer el bien donde se causó mal; otra cosa muy importante es incrementar las buenas acciones en la medidad de nuestras posibilidades.

Como bien decía Marie Curie, la mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones.


El segundo pensamiento que debe ocupar hoy tu mente es traer a la memoria todas las cosas buenas que hayas hecho hasta ahora de forma consciente. Ese inventario debe también incluir de cuanto bueno y positivo te ha ocurrido a lo largo de tu vida hasta hoy.

¿Sabes cual es el fin de todos ellos? Que te convenzas por ti mismo de que tienes sobradas razones para el optimismo, y aunque hayas pasado por muchas situaciones críticas y la vida te haya traído no pocos sinsabores, si sumas todo lo bueno que te ha sucedido, con tus buenas acciones, sin duda esbozarás una sonrisa y reconocerás que ha merecido la pena vivir hasta hoy. Por muchas que hayan sido las sombras, las luces de tu vida se han impuesto sobre ellas, las han disipado.

Extracto del libro "APRENDIZ DE SABIO", de Bernabé Tierno.

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